martes, 8 de octubre de 2013

ávido de amor


Yo fui un niño ávido, en primer lugar, de amor, ávido de conocimiento y de paisaje. Pero tuve la ventaja que muy pocos hombres tienen: la de no haber leído ni aprendido nada por obligación. Lo que se me enseñó en los pocos años en que estuve en la escuela, o cuando fui un empleado al servicio de un comerciante, o de un banquero, o de un editor, lo olvidé. En cambio recuerdo tantas cosas que aprendí por amor, por amor al arte y por el arte de amar las cosas.

 

Juan José Arreola




No hay comentarios:

Publicar un comentario